sábado, 20 de noviembre de 2010

Un ensayo trekker

 


PICARD Y EL NEXUS
Una fantasía solipsista

Rodolfo Martínez
Durante siete años, los telespectadores pudieron ver cómo se iba formando el carácter de Jean-Luc Picard, capitán de la USS Enterprise, un hombre que posiblemente es, en sí mismo, un manual del perfecto oficial de la Flota: prudente, pero nunca cobarde; riguroso en el cumplimiento de las normas, pero no ordenancista; reservado, pero ni frío ni inaccesible… Un hombre que en todo momento sabe cuál es su lugar y su deber como oficial al mando de la nave insignia de la Federación Unida de Planetas, que nunca da un paso sin antes haber sopesado los pros y los contras de sus decisiones, que no ignora su presencia como símbolo de lo que la Federación puede aportar a los demás y que es consciente de que, por mucho que le pese, a veces su deber consiste en permanecer en el puente de su nave y permitir que su primer oficial asuma los riesgos que él querría correr. Resulta difícil estar siempre a la altura de uno mismo y, sin embargo, Picard lo había conseguido durante sus siete años de singladura al frente de la Enterprise en Star Trek: La Nueva Generación; y encima apañándoselas para tener el toque justo de humanidad —de fallos y debilidades, de pequeñas miserias— para no resultar repelente.
Y de pronto todo ha cambiado. ¿El mismo Picard que acabo de describir perdería los estribos, luciría musculatura al más puro estilo Stallone y se dedicaría a ir jugando a héroe de acción por la galaxia? ¿Ese Picard se pondría en el centro mismo del peligro y dejaría la Enterprise a cargo de Riker mientras decide, acompañado por sus mejores oficiales, ir a darle una tunda a los malos?
Parece que sí: porque ése es el Picard que hemos visto en las dos últimas entregas cinematográficas de la serie de Star Trek. Tanto en Star Trek: Primer contacto como en Star Trek: Insurrección, Jean-Luc Picard parece haber despertado de un letargo y haber encontrado dentro de sí mismo a un héroe de cómic dispuesto a dar tanto como recibe.
Pero ¿realmente ha despertado, o sigue durmiendo?
Retrocedamos unos años. James T. Kirk es dado por muerto mientras salva a la Enterprise B de una cinta de energía que recorre la galaxia cada cierto tiempo y que destroza a las naves bajo su influencia gravitatoria, aunque en realidad ha sido asimilado por la banda de energía y se encuentra en su interior, viviendo en un universo virtual que hace reales todas sus fantasías. Setenta y pico años después, Picard se enfrenta a esa misma cinta, conocida como el Nexus. En ese momento, Guinan le revela al capitán la verdadera naturaleza de ese nexo: cuando uno está dentro de él se encuentra en un lugar capaz de satisfacer todas sus ansias y fantasías. Una vez que estás allí no quieres salir. De hecho, el momento más traumático de su vida se produjo cuando la Enterprise B extrajo del Nexus la nave en la que ella viajaba. El retorno a la realidad fue equivalente a ser partido en dos, y un fragmento de ella permaneció para siempre en el interior del Nexus. Justo antes de que Picard parta para enfrentarse con el enloquecido doctor Soran (obsesionado por volver al Nexus y recuperar así su vida junto a su esposa e hija muertas), Guinan le advierte con claridad de lo que puede ocurrir: «Si va usted allí ya nunca más le importará nada. Ni Soran, ni yo. Nada. Lo único que querrá es quedarse en el Nexus. Y ya nunca querrá volver». [2][1]
Afortunadamente, Picard se revela demasiado listo para el Nexus (que al fin y al cabo tampoco resulta como Guinan había predicho: hay simulaciones del holodeck más conseguidas). La fantasía que éste le ha preparado para satisfacer sus deseos más ocultos no consigue engañarlo y, si bien resulta tentadora, enseguida comprende que es falsa, que no deja de ser más que un sucedáneo y que su vida verdadera está fuera de ahí. Encuentra a Kirk y le ayuda a darse cuenta de ello para, acto seguido, salir juntos del Nexus y enfrentarse al villano de turno.
Como no podía ser menos, tienen éxito en el intento (aunque Kirk fallece durante la aventura) y Picard está listo para reincorporarse a la Flota Estelar al mando de una nueva Enterprise. La voluntad humana, la honestidad intrínseca de Picard (incapaz de vivir una mentira por agradable que resulte) ha triunfado sobre el mayor y más sutil de los engaños y todo está de nuevo como debería estar.
Sólo que no es cierto.
Sólo que Picard ha caído en la trampa que le tendía el Nexus y sigue dentro de él. Jamás ha salido de la cinta de energía. Nunca ha evitado el colapso del sol de Veridian ni la muerte de toda su tripulación, varada en su superficie.
Porque, ¿qué conocedor del personaje puede creer que lo que realmente anhela es una vida insulsa rodeado de una familia sosa? ¿Cuánto tardaría el Picard que todos conocemos en sentir comezón y desear estar de vuelta en el puente de su nave? En cierto modo, el Kirk que vive en el Nexus le dice a Picard lo que éste desea en realidad: «Quizá la cuestión no sea una casa vacía. Quizá sea esa silla vacía en el puente del Enterprise. Desde que dejé la Flota no he marcado diferencias». [3]
Sabemos que el Nexus es capaz de conceder lo que uno realmente desea. ¿Y después de haber fracasado en un primer intento —algo burdo, todo hay que decirlo— va a quedarse tranquilo? No, en realidad ese primer intento no es más que una prueba: el Nexus está tanteando a su nuevo huésped, está forzando sus límites y conociendo cuáles son sus deseos. Y una vez que Picard abre su mente y se rinde (justo en el momento en que cree tener éxito), el Nexus prepara la verdadera mentira y se la ofrece a Picard. Y éste se zambulle en ella con un entusiasmo casi conmovedor.
La ilusión que el Nexus ha preparado es totalmente convincente. Picard cree de veras haber regresado al mundo real a tiempo de salvar a su tripulación y el planeta. Pero a partir de ese momento se ha operado un sutil cambio en su carácter.
No se ha convertido, de la noche a la mañana, de oficial responsable y metódico en marine colonial al estilo Aliens. No, en el fondo sigue siendo el mismo personaje: continúa siendo el hombre honorable, justo y reservado que todos conocemos. Pero algo ha aflorado a la superficie, algo que antes no estaba allí, un cierto gusto por el riesgo, por la adrenalina que, posiblemente, llevase dentro de sí mismo todos estos años y que nunca había permitido que saliera a la luz. No es extraño: Picard, a pesar de su ascendencia francesa, tiene un comportamiento netamente anglosajón; es el clásico individuo que oculta buena parte de su persona, no sólo a los demás, sino sobre todo a sí mismo. [4]
Y ahora, esa vena de heroísmo, de amor a la aventura por la aventura misma ha encontrado un campo abonado donde florecer. Porque el Nexus le va a proporcionar, una detrás de otra, todas las oportunidades para que ese nuevo Picard se luzca.
En primer lugar, le permite acabar con el fantasma que se sienta en su silla, que se ha sentado en todos los sillones de mando de la Enterprise durante los últimos setenta años: el más mítico de sus capitanes, ese James Tiberius Kirk que salvó la Galaxia incontables veces, que ha propiciado el acercamiento entre la Federación y el Imperio Klingon, que ha recorrido una y otra vez el universo conocido como un cowboy espacial, saltándose las normas a su conveniencia y obteniendo siempre éxito. ¿Puede haber dos personajes más distintos? ¿No cabe pensar quizá que gran parte del carácter y comportamiento de Picard viene motivado por una reacción contra el de Kirk, tal vez incluso contra esa parte de sí mismo que se parece a Kirk y que rechaza? [5]
Y ahora tiene la oportunidad de desquitarse. Regresa a lo que él cree el universo real acompañado por Kirk, y juntos se enfrentan y vencen al villano de turno. El capitán original de la Enterprise muere en el proceso y, con sus últimas palabras, le pasa el testigo a Picard: «Ha sido divertido». Picard se ha librado de un molesto rival y encima éste ha aprobado con sus últimas palabras el comportamiento del capitán actual. El vaquero de la galaxia ha colaborado con el impoluto oficial, y lo ha encontrado divertido.
Tras esto, la venganza: la mayor humillación que Picard ha sufrido en su vida ha sido a manos de los borg, el colectivo de ciborgs que lo asimilaron en su conciencia global y usaron los conocimientos de su mente humana para derrotar a la Federación. Picard lleva más de cuatro años rumiando esa humillación en silencio, sin permitir que se exteriorice jamás. Y ahora, los borg le ponen en bandeja la oportunidad para vengarse. No sólo va a salvar su planeta (al ir al pasado y preservar la línea temporal en la que la Tierra se convierte en la cabeza de la Federación) sino que además tendrá su revancha contra quienes una vez lo humillaron.
Su primera oportunidad de redención es evidente, casi inevitable; hace lo que no pudo hacer años atrás en “Lo mejor de dos mundos”: comandar la Flota de la Federación, encontrar el punto débil de la nave borg y destruirla.
Pero, claro, no basta. Es demasiado impersonal: parte de los borg deben sobrevivir, desplazarse al pasado y entonces asimilar la Tierra para evitar la amenaza presente. Y, por supuesto, la Enterprise los seguirá.
Y es ahí cuando vemos asomar por primera vez a este nuevo Picard. Perseguido por los borg, los engaña mediante un truco holográfico y, armado por una anticuada metralleta Thompson de tambor, esparce las tripas cibernéticas de sus enemigos por toda la holosala. Y su rostro, mientras lo hace, es espeluznante: la rabia, la frustración acumulada y el placer se descargan en una sola oleada mientras Picard crispa su dedo en el gatillo.
Él mismo dice poco después cuál será su actitud a partir de ese momento: «Ya hemos tenido demasiados compromisos, demasiadas retiradas. Invaden nuestro espacio y retrocedemos. Asimilan mundos enteros y retrocedemos. Esta vez no, la línea debe trazarse aquí. ¡Hasta aquí, no más allá! Y yo les voy a hacer pagar por lo que han hecho». [6]
Desde el momento mismo en que Picard mata su primer borg, su actitud agresiva y dominante ya no lo abandona, hasta el extremo de permitirse llamar cobarde a Worf sin que le tiemble la voz o negarse a aceptar, cabezonamente, la posibilidad de abandonar la nueva Enterprise a su suerte desoyendo las llamadas a la razón de todos sus oficiales. Aparentemente se calma poco después y, llevado por la responsabilidad casi culpable que le ha guiado durante toda su vida, emprende una misión suicida para rescatar a Data, en manos de los borg y de su reina. [7]
Porque los borg tienen una reina. La supuesta especie guiada por una conciencia colectiva tiene ahora una mente individual que los gobierna y, en cierto modo, los engloba. ¿De dónde ha salido esa criatura, de la que nunca antes había habido rastro? [8]
De la mente de Picard, por supuesto. ¿De qué otro lugar? No puedes vengarte de un hormiguero, no existe la menor satisfacción en pisotear ciborgs carentes de pensamiento individual: Picard necesita un sujeto concreto sobre el que ejercer su ira, un ente preciso sobre el que vengarse. Así que fabrica una Reina a la que puede anular, una criatura inequívocamente femenina sobre la que el «nuevo macho» que es Picard pueda ejercer su dominio, llegando incluso a ofrecérserle sexualmente a cambio de la vida de Data. Picard quiere algo más que destruir a los borg: desea poseerlos, dominarlos.
Pero el Nexus es listo: el capitán no puede tener éxito en esa tarea, eso sería forzar demasiado la verosimilitud, dar a su huésped la posibilidad de descubrir la impostura. No es Picard quien puede engañar a los borg ni poseer sexualmente a su reina: está limitado, como criatura completamente de carne que es. Así que deja a su hijo alzarse con el triunfo: será Data el que engañe a los borg, fingiendo fundirse con ellos, culminando la relación erótica con la reina y destruyéndolos al final (y de paso destruyendo todo rastro de ellos en su propio cuerpo: la carne humana que le había sido implantada muere cuando mueren los borg). Y Data es, en muchos aspectos, una criatura de Picard: de él ha tomado gran parte de sus características humanas a lo largo de los años, como la responsabilidad o el compromiso. Así, el Nexus le da a Picard lo que éste desea, y lo hace sin forzar la verosimilitud, pues sabe que si le da a Picard todo —y exactamente— lo que ansía se arriesga a que el humano descubra la superchería.
Y la victoria es total: arrancada la carne que cubría la parte cibernética de la Reina Borg, ésta aún sobrevive, hasta que Picard toma entre sus manos lo que queda del esqueleto de la criatura (el cráneo y parte de la espina dorsal) y le parte el espinazo electrónico. Incluso superada la amenaza se permite el lujo de alabar a su enemiga:
DATA: Es extraño. Parte de mí siente que haya muerto.
PICARD: Era única.[9]
Sus enemigos, aquéllos que una vez consiguieron humillarlo y casi anularlo como persona, han sido derrotados totalmente. No sólo eso: Picard es responsable de que la Historia haya ocurrido como debe y el primer contacto entre humanos y extraterrestres haya tenido lugar en el momento y del modo adecuados. Sin darse cuenta ha actuado como lo haría un dios: castigando a los malvados y volviendo a poner el Universo en su sitio. Más importante aún: sin saberlo, se está convirtiendo en el tipo de persona que ha tratado de evitar todos estos años, un nuevo James T. Kirk. Con métodos distintos, porque ambos son personas distintas, y desde luego sin la molesta e infantil arrogancia del primer capitán de la Enterprise, sino con la confianza del hombre maduro y seguro de sí mismo.
Tras la venganza, el siguiente paso es obvio. Ha anulado a sus enemigos y, en cierto modo, ha asimilado lo que había de Kirk dentro de él. Está listo para regresar al siglo XXIV y construirse su paraíso particular, su Shangri-La personal donde podrá dedicarse al «descanso del guerrero» entre misión y misión, y además con una mujer esperándolo con una paciencia infinita y una juventud eterna. ¿Qué más se puede pedir?
Porque en la siguiente película de la serie, Star Trek: Insurrección, contemplamos ya a un Picard completamente a gusto con la nueva persona que ha dejado salir a la luz. Si en Primer contacto lo veíamos a veces crispado, acaso incómodo, ante esa rabia que dejaba asomar sin control, aquí está siempre tranquilo, dispuesto a la acción cuando debe estarlo, pero también sereno. Sólo que esta serenidad no es la tranquila serenidad del mando que habíamos visto durante siete años, no es la serenidad del hombre responsable y consciente de sus obligaciones: es la serenidad de quien se sabe seguro y a salvo, de quien ha aceptado sus partes más oscuras y es capaz de mirar a los demás sin avergonzarse de ello.
El Picard de Insurrección no tiene ningún empacho en lucir bíceps armado con un fusil fáser, como no lo tiene en marcarse un mambo o en flirtear descaradamente con una mujer varios cientos de años mayor que él y con una apariencia veinte años más joven. Y flirtea con tranquilidad, como si no hubiera ninguna prisa.
La excusa para ello es pobre: las radiaciones que pueblan el planeta en el que se encuentra lo están rejuveneciendo, hasta cierto punto. Pero si un Picard maduro, bailón y seductor resulta difícil de creer, un Picard joven con la misma actitud no resulta menos difícil. Las radiaciones del planeta no son más que la justificación para, por un lado, desatar su parte más lúdica y romántica y, por el otro, justificar a su nueva novia «eternamente joven». [10]
Incluso se permite ser un dios magnánimo. En el universo que él mismo (con ayuda del Nexus) está recreando a su imagen y semejanza puede permitirse desembarazar a Geordi del molesto visor (e incluso concederle el regalo de la vista «natural») o hacer que el romance entre Deanna y Riker (congelado durante casi dos décadas) empiece a funcionar de nuevo como si nada hubiera pasado.
Y es feliz. Quizá no lo sepa (en el fondo, posiblemente no quiere saberlo, porque entonces la impostura de cuanto le rodea se le haría evidente), pero ha conseguido exactamente lo que desea: el nivel exacto de placidez y riesgo que quiere para su vida.
Está allí, en la «grupa de las galaxias», como una vez le dijo a Kirk el doctor McCoy. Y probablemente lo estará eternamente.
Al fin y al cabo, tiene todo el tiempo del mundo.

Notas
[1] La predilección de ciertos traductores por dejar en el original palabras que les suenan a latín no deja de ser curiosa. Así, es de lo más normal encontrar el universo cinematográfico repleto de términos como matrix, nexus o vortex como si las matrices, los nexos o los vórtices (o incluso los remolinos) hubieran desaparecido de nuestro idioma. Volver al texto
[2] Star Trek: la próxima generación (1995). Volver al texto
[3] Op. cit. Volver al texto
[4] Algo que ya podemos ver en “Encuentro en Far Point”, el episodio piloto de La Nueva Generación, durante la conversación que Picard y Riker mantienen poco después de que el segundo se incorpore al servicio. Picard espera que su primer oficial lo mantenga alejado de situaciones embarazosas en las que no sabe cómo manejarse, especialmente su trato con los niños de la nave. El «pudor anglosajón» no está en la petición, que en sí no es extraordinaria, sino en la forma en que se la plantea a Riker, casi avergonzado de tener que tratar en voz alta un tema personal. Sólo le falta ruborizarse. Volver al texto
[5] Y que es consciente de ello. Su frase, justo al final de Star Trek VI: Aquel país desconocido, no puede ser más sintomática: «Caballeros, una vez más hemos salvado la civilización que conocemos». Volver al texto
[6] Star Trek: Primer contacto (1998). Volver al texto
[7] Y es curiosa la secuencia en que recobra la razón, justo después de que lo comparen con el capitán Achab de Moby Dick. Tiene que ser un chiste deliberado, por supuesto, porque años atrás Patrick Stewart había interpretado a Achab en una versión de la novela de Melville para televisión. Volver al texto
[8] Aunque ese rastro se introduce «retrospectivamente». Cuando en Primer contacto Picard recuerda su época como borg, es una voz femenina la que le llama por su nombre ciborg: Locutus. Volver al texto
[9] Star Trek: Primer contacto (1998). Volver al texto
[10] Las películas de Star Trek nunca han tenido muy buena fortuna con las traducciones (basta recordar las veinte mil formas distintas en que ha sido traducido el warp —torsión, hiperespacio, curvatura...— o los tricorders —trigrabadores, tricordios...—; por no mencionar que las siglas USS que se convierten de pronto en «Nave de los Estados Unidos», el acento ruso de quita y pon de Chekhov, o incluso la curiosa permutación que convirtió a los klingons en «kinglons» en La ira de Khan). Pero sin duda Insurrección se lleva la palma en cuanto a despropósitos: Data tan pronto tiene «diafragmas» como «diagramas» y las radiaciones del planeta pasan de ser «metafísicas» a «metafásicas» dentro de la misma frase. Volver al texto


lunes, 15 de noviembre de 2010

El mito o alegoria de la caverna


Platón describió en su alegoría de la caverna un espacio cavernoso, en el cual se encuentran un grupo de hombres, prisioneros desde su nacimiento por cadenas que les sujetan el cuello y las piernas de forma que únicamente pueden mirar hacia la pared del fondo de la caverna sin poder nunca girar la cabeza. Justo detrás de ellos, se encuentra un muro con un pasillo y, seguidamente y por orden de cercanía respecto de los hombres, una hoguera y la entrada de la cueva que da al exterior. Por el pasillo del muro circulan hombres portando todo tipo de objetos cuyas sombras, gracias a la iluminación de la hoguera, se proyectan en la pared que los prisioneros pueden ver.
Estos hombres encadenados consideran como verdad las sombras de los objetos. Debido a las circunstancias de su prisión se hallan condenados a tomar únicamente por ciertas todas y cada una de las sombras proyectadas ya que no pueden conocer nada de lo que acontece a sus espaldas.
Continúa la narración contando lo que ocurriría si uno de estos hombres fuese liberado y obligado a volverse hacia la luz de la hoguera, contemplando, de este modo, una nueva realidad. Una realidad más profunda y completa ya que ésta es causa y fundamento de la primera que está compuesta sólo de apariencias sensibles. Una vez que ha asumido el hombre esta nueva situación, es obligado nuevamente a encaminarse hacia fuera de la caverna a través de una áspera y escarpada subida, apreciando una nueva realidad exterior (hombres, árboles, lagos, astros, etc. identificados con el mundo inteligible) fundamento de las anteriores realidades, para que a continuación vuelva a ser obligado a ver directamente "el Sol y lo que le es propio", metáfora que encarna la idea de Bien.
La alegoría acaba al hacer entrar, de nuevo, al prisionero al interior de la caverna para "liberar" a sus antiguos compañeros de cadenas, lo que haría que éstos se rieran de él. El motivo de la burla sería afirmar que sus ojos se han estropeado al verse ahora cegado por el paso de la claridad del Sol a la oscuridad de la cueva. Cuando este prisionero intenta desatar y hacer subir a sus antiguos compañeros hacia la luz, Platón nos dice que éstos son capaces de matarlo y que efectivamente lo harán cuando tengan la oportunidad, con lo que se entrevé una alusión al esfuerzo de Sócrates por ayudar a los hombres a llegar a la verdad y a su fracaso al ser condenado a muerte.

Una pequeña ficción Trekker


Hace poco tiempo en una galaxia muy cercana…

En la periferia del Imperio había un planeta gobernado por una férrea dictadura Cardassiana.
En ese planeta la población estaba bastante quieta pero a los gobernantes les pareció en un momento que no era así y decidieron organizar la reconquista de un territorio ocupado para fortalecer su posición.
Esa reconquista fallo desastrosamente y produjo el efecto opuesto, el pueblo reclamo el término del régimen y luego de la derrota y habiendo perdido la protección del Imperio, los dictadores decidieron irse del poder.


El pueblo celebro la salida del duro régimen como si lo hubiera ganado en una gran lucha y así paso a ser gobernado por sus propios representantes elegidos democráticamente.

 
Ese mundo estaba habitado básicamente por Ferenguis y Vulcanos.


Vulcanos que como tales eran aburridos, lentos en sus decisiones y básicamente respetuosos de la ley.


Ferenguis que como tales eran divertidos, de decisiones rápidas, básicamente avariciosos y displicentes con el respeto a las normas.


El primer gobierno fue Vulcano y más o menos iba bien hasta que los ferenguis comenzaron a pedir más y mas y muy rápido deteniendo las actividades del planeta en 13 ocasiones.
Haciendo uso de sus habilidades Ferenguis lograron convencer al pueblo que ellos lo harían mejor logrando un aumento de las ganancias y de la producción lo que traería riquezas para todos.

Los Vulcanos sabiendo que las promesas de los Ferenguis no eran lógicas decían que eso no era posible pero el pueblo lo demandaba y esperanzados con esas promesas de riquezas exigian que los ineptos Vulcanos dejaran el poder en manos de los eficientes Ferenguis.


Así termino el primer periodo.


Los Ferenguis en el poder se dedicaron a lo que mejor saben hacer que es aumentar sus ganancias adquiriendo toda la infraestructura planetaria a precios viles y haciendo que menos gente haga el trabajo por menos ingresos y logrando al mismo tiempo que la pobreza resultante sea adjudicada a los ineptos Vulcanos que clamaban no ser responsables pero con argumentos lógicos que eran menos atractivos que los ingeniosos argumentos falaces de los ferenguis.
Uno de los logicos argumentos era que el aumento de la pobreza planetaria iba a resultar en un aumento de la delincuencia y el tráfico de substancias ilegales en el futuro.


Pero como eso iba a suceder en el futuro a nadie le importo ya que los Ferenguis prometían vacaciones en Risa YA.


Como los argumentos lógicos aunque aburridos son lógicos lentamente la población entendió que de la mano de los Ferenguis el planeta iba a ser totalmente depredado y comenzó a pensar que los Vulcanos no eran tan malos después de todo y así fue que después de dos periodos de gobierno Ferengui los Vulcanos volvieron al poder.


Así termino el tercer periodo.


El problema fue que la depredación había sido muy grande.


El segundo gobierno Vulcano fue tan aburrido y lógico como podía ser y esa fue su desgracia. Para tratar de desmantelar la maquinaria Ferengui concluyeron lógicamente, que era necesario llamar al ferengui que la había armado.


Eso podría haber salido bien pero fallo por tres factores:


1) Gran parte de la población odiaba a ese Ferengui en particular.


2) El resto de los Ferenguis comenzaron a decir que los Vulcanos eran ineptos y debían llamarlos a ellos para solucionar los problemas.


3) El Vulcano en el poder creyó que su lógica era entendida por el pueblo.


El pueblo no solo NO entendió su lógica sino que le exigió que se fuera.


Como aun le quedaba la mitad de su periodo por concluir el Vulcano no veía lógico cambiar su curso de acción lo que irrito al pueblo que salió a las calles. El Vulcano entonces concluyo que si el pueblo no lo quería debía renunciar, lo que fue aprovechado por los Ferenguis para tomar el poder nuevamente.


Así termino el cuarto periodo.


A partir de entonces los Ferenguis están depredando el planeta sin casi resistencia y… 


Finalmente el futuro llego y la delincuencia alcanzo un punto donde ni los que siempre tienen un buen nivel de vida están seguros y gran parte del pueblo añora los tiempos donde los Cardassianos tenían todo bajo control. Por suerte parece que ellos no quieren la tarea.

Cuando los Vulcanos vuelvan al poder tal vez gobiernen bien o mal. Lo bueno sería recordar quienes son realmente los depredadores y causantes del problema.

Veinte poemas de amor y una canción desesperada

Poema 1

Cuerpo de mujer, blancas colinas, muslos blancos,
te pareces al mundo en tu actitud de entrega.
Mi cuerpo de labriego salvaje te socava
y hace saltar el hijo del fondo de la tierra.
Fui solo como un túnel. De mí huían los pájaros
y en mí la noche entraba su invasión poderosa.
Para sobrevivirme te forjé como un arma,
como una flecha en mi arco, como una piedra en mi honda.
Pero cae la hora de la venganza, y te amo.
Cuerpo de piel, de musgo, de leche ávida y firme.
Ah los vasos del pecho! Ah los ojos de ausencia!
Ah las rosas del pubis! Ah tu voz lenta y triste!
Cuerpo de mujer mía, persistirá en tu gracia.
Mi sed, mi ansia sin limite, mi camino indeciso!
Oscuros cauces donde la sed eterna sigue,
y la fatiga sigue, y el dolor infinito.


Poema 2

En su llama mortal la luz te envuelve.
Absorta, pálida doliente, así situada
contra las viejas hélices del crepúsculo
que en torno a ti da vueltas.
Muda, mi amiga,
sola en lo solitario de esta hora de muertes
y llena de las vidas del fuego,
pura heredera del día destruido.
Del sol cae un racimo en tu vestido oscuro.
De la noche las grandes raíces
crecen de súbito desde tu alma,
y a lo exterior regresan las cosas en ti ocultas.
de modo que un pueblo pálido y azul
de ti recién nacido se alimenta.
Oh grandiosa y fecunda y magnética esclava
círculo que en negro y dorado sucede:
erguida, trata y logra una creación tan viva
que sucumben sus flores, y llena es de tristeza.


Poema 3

Ah vastedad de pinos, rumor de olas quebrándose,
lento juego de luces, campana solitaria,
crepúsculo cayendo en tus ojos, muñeca,
caracola terrestre, en ti la tierra canta!
En ti los ríos cantan y mi alma en ellos huye
como tú lo desees y hacia donde tú quieras.
Márcame mi camino en tu arco de esperanza
y soltaré en delirio mi bandada de flechas.
En torno a mí estoy viendo tu cintura de niebla
y tu silencio acosa mis horas perseguidas,
y eres tú con tus brazos de piedra transparente
donde mis besos anclan y mi húmeda ansia anida.
Ah tu voz misteriosa que el amor tiñe y dobla
en el atardecer resonante y muriendo!
Así en horas profundas sobre los campos he visto
doblarse las espigas en la boca del viento.


Poema 4

Es la mañana llena de tempestad
en el corazón del verano.
Como pañuelos blancos de adiós viajan las nubes,
el viento las sacude con sus viajeras manos.
Innumerable corazón del viento
latiendo sobre nuestro silencio enamorado.
Zumbando entre los árboles, orquestal y divino,
como una lengua llena de guerras y de cantos.
Viento que lleva en rápido robo la hojarasca
y desvía las flechas latientes de los pájaros.
Viento que la derriba en ola sin espuma
y sustancia sin peso, y fuegos inclinado.
Se rompe y se sumerge su volumen de besos
combatido en la puerta del viento del verano.


Poema 5

Para que tú me oigas
mis palabras
se adelgazan a veces
como las huellas de las gaviotas en las playas.
Collar, cascabel ebrio
para tus manos suaves como las uvas.
Y las miro lejanas mis palabras.
Más que mías son tuyas.
Van trepando en mi viejo dolor como las yedras.
Ellas trepan así por las paredes húmedas.
Eres tú la culpable de este juego sangriento.
Ellas están huyendo de mi guarida oscura.
Todo lo llenas tú, todo lo llenas.
Antes que tú poblaron la soledad que ocupas,
y están acostumbradas más que tú a mi tristeza.
Ahora quiero que digan lo que quiero decirte
para que tú las oigas como quiero que me oigas.
El viento de la angustia aún las suele arrastrar.
Huracanes de sueños aún a veces las tumban
Escuchas otras voces en mi voz dolorida.
Llanto de viejas bocas, sangre de viejas súplicas.
Ámame, compañera. No me abandones. Sígueme.
Sígueme, compañera, en esa ola de angustia.
Pero se van tiñendo con tu amor mis palabras.
Todo lo ocupas tú, todo lo ocupas.
Voy haciendo de todas un collar infinito
para tus blancas manos, suaves como las uvas.


Poema 6

Te recuerdo como eras en el último otoño.
Eras la boina gris y el corazón en calma.
En tus ojos peleaban las llamas del crepúsculo
Y las hojas caían en el agua de tu alma.
Apegada a mis brazos como una enredadera.
las hojas recogían tu voz lenta y en calma.
Hoguera de estupor en que mi sed ardía.
Dulce jacinto azul torcido sobre mi alma.
Siento viajar tus ojos y es distante el otoño:
boina gris, voz de pájaro y corazón de casa
hacia donde emigraban mis profundos anhelos
y caían mis besos alegres como brasas.
Cielo desde un navío. Campo desde los cerros.
Tu recuerdo es de luz, de humo, de estanque en calma!
Más allá de tus ojos ardían los crepúsculos.
Hojas secas de otoño giraban en tu alma.


Poema 7

INCLINADO en las tardes tiro mis tristes redes
a tus ojos oceánicos.
Allí se estira y arde en la más alta hoguera
mi soledad que da vueltas los brazos como un
náufrago.
Hago rojas señales sobre tus ojos ausentes
que olean como el mar a la orilla de un faro.
Solo guardas tinieblas, hembra distante y mía,
de tu mirada emerge a veces la costa del espanto.
Inclinado en las tardes echo mis tristes redes
a ese mar que sacude tus ojos oceánicos.
Los pájaros nocturnos picotean las primeras estrellas
que centellean como mi alma cuando te amo.
Galopa la noche en su yegua sombría
desparramando espigas azules sobre el campo.


Poema 8

Abeja blanca zumbas --ebria de miel en mi alma
y te tuerces en lentas espirales de humo.
Soy el desesperado, la palabra sin ecos,
el que lo perdió todo, y el que todo lo tuvo.
Última amarra, cruje en ti mi ansiedad última.
En mi tierra desierta eres tú la última rosa.
Ah silenciosa!
Cierra tus ojos profundos. Allí aletea la noche.
Ah desnuda tu cuerpo de estatua temerosa.
Tienes ojos profundos donde la noche alea.
Frescos brazos de flor y regazo de rosa.
Se parecen tus senos a los caracoles blancos.
Ha venido a dormirse en tu vientre una mariposa de sombra.
Ah silenciosa!
He aquí la soledad de donde estás ausente.
Llueve. El viento del mar caza errantes gaviotas.
El agua anda descalza por las calles mojadas.
De aquel árbol se quejan, como enfermos, las hojas.
Abeja blanca, ausente, aún zumbas en mi alma.
Revives en el tiempo, delgada y silenciosa.
Ah silenciosa !


Poema 9

Ebrio de trementina y largos besos,
estival, el velero de las rosas dirijo,
torcido hacia la muerte del delgado día,
cimentado en el solido frenesí marino.
Pálido y amarrado a mi agua devorante
cruzo en el agrio olor del clima descubierto.
aún vestido de gris y sonidos amargos,
y una cimera triste de abandonada espuma.
Voy, duro de pasiones, montado en mi ola única,
lunar, solar, ardiente y frío, repentino,
dormido en la garganta de las afortunadas
islas blancas y dulces como caderas frescas.
Tiembla en la noche húmeda mi vestido de besos
locamente cargado de eléctricas gestiones,
de modo heroico dividido en sueños
y embriagadoras rosas practicándose en mí.
Aguas arriba, en medio de las olas externas,
tu paralelo cuerpo se sujeta en mis brazos
como un pez infinitamente pegado a mi alma
rápido y lento en la energía subceleste.


Poema 10

Hemos perdido aún este crepúsculo.
Nadie nos vio esta tarde con las manos unidas
mientras la noche azul caía sobre el mundo.
He visto desde mi ventana
la fiesta del poniente en los cerros lejanos.
A veces como una moneda
se encendía un pedazo de sol entre mis manos.
Yo te recordaba con el alma apretada
de esa tristeza que tú me conoces.
Entonces, dónde estabas?
Entre qué genes?
Diciendo qué palabras?
Por qué se me vendrá todo el amor de golpe
cuando me siento triste, y te siento lejana?
Cayó el libro que siempre se toma en el crepúsculo,
y como un perro herido rodó a mis pies mi capa.
Siempre, siempre te alejas en las tardes
hacia donde el crepúsculo corre borrando estatuas.


Poema 11

Casi fuera del cielo ancla entre dos montañas
la mitad de la luna.
Girante, errante noche, la cavadora de ojos.
A ver cuántas estrellas trizadas en la charca.
Hace una cruz de luto entre mis cejas, huye.
Fragua de metales azules, noches de las calladas luchas,
mi corazón da vueltas como un volante loco.
Niña venida de tan lejos, traída de tan lejos,
a veces fulgurece su mirada debajo del cielo.
Quejumbre, tempestad, remolino de furia,
cruza encima de mi corazón, sin detenerte.
Viento de los sepulcros acarrea, destroza, dispersa tu raíz soñolienta.
Desarraiga los grandes árboles al otro lado de ella.
Pero tú, clara niña, pregunta de humo, espiga.
Era la que iba formando el viento con hojas iluminadas.
Detrás de las montañas nocturnas, blanco lirio de incendio,
allá nada puedo decir! Era hecha de todas las cosas.
Ansiedad que partiste mi pecho a cuchillazos,
es hora de seguir otro camino, donde ella no sonría.
Tempestad que enterró las campanas, turbio revuelo de tormentas
para qué tocarla ahora, para qué entristecerla.
Ay seguir el camino que se aleja de todo,
donde no está atajando la angustia, la muerte, el invierno,
con sus ojos abiertos entre el rocío.


Poema 12

Para mi corazón basta tu pecho,
para tu libertad bastan mis alas.
Desde mi boca llegará hasta el cielo
lo que estaba dormido sobre tu alma.
Es en ti la ilusión de cada día.
Llegas como el rocío a las corolas.
Socavas el horizonte con tu ausencia.
Eternamente en fuga como la ola.
He dicho que cantabas en el viento
como los pinos y como los mástiles.
Como ellos eres alta y taciturna.
Y entristeces de pronto como un viaje.
Acogedora como un viejo camino.
Te pueblan ecos y voces nostálgicas.
Yo desperté y a veces emigran y huyen
pájaros que dormían en tu alma.


Poema 13

He ido marcando con cruces de fuego
el atlas blanco de tu cuerpo.
Mi boca era una araña que cruzaba escondiéndose.
En ti, detrás de ti, temerosa, sedienta.
Historias que contarte a la orilla del crepúsculo,
muñeca triste y dulce, para que no estuvieras triste.
Un cisne, un árbol, algo lejano y alegre.
El tiempo de las uvas, el tiempo maduro y frutal.
Yo que viví en un puerto desde donde te amaba.
La soledad cruzada de sueño y de silencio.
Acorralado entre el mar y la tristeza.
Callado, delirante, entre dos gondoleros inmóviles.
Entre los labios y la voz, algo se va muriendo.
Algo con alas de pájaro, algo de angustia y de olvido.
Así como las redes no retienen el agua.
Muñeca mía, apenas quedan gotas temblando.
Sin embargo, algo canta entre estas palabras fugaces.
Algo canta, algo sube hasta mi ávida boca.
oh poder celebrarte con todas las palabras de alegría.
Cantar, arder, huir, como un campanario en las manos de un loco.
Triste ternura mía, qué te haces de repente?
Cuando he llegado al vértice más atrevido y frío
mi corazón se cierra como una flor nocturna.


Poema 14

Juegas todos los días con la luz del universo.
Sutil visitadora, llegas en la flor y en el agua.
Eres más que esta blanca cabecita que aprieto
como un racimo entre mis manos cada día.
A nadie te pareces desde que yo te amo.
Déjame tenderte entre guirnaldas amarillas.
Quién escribe tu nombre con letras de humo entre las estrellas del sur?
Ah déjame recordarte como eras entonces cuando aún no existías.
De pronto el viento aúlla y golpea mi ventana cerrada.
El cielo es una red cuajada de peces sombríos.
Aquí vienen a dar todos los vientos, todos.
Se desviste la lluvia.
Pasan huyendo los pájaros.
El viento. El viento.
Yo solo puedo luchar contra la fuerza de los hombres.
El temporal arremolina hojas oscuras
y suelta todas las barcas que anoche amarraron al cielo.
Tú estás aquí. Ah tú no huyes
Tú me responderás hasta el último grito.
Ovíllate a mi lado como si tuvieras miedo.
Sin embargo alguna vez corrió una sombra extraña por tus ojos.
Ahora, ahora también, pequeña, me traes madreselvas,
y tienes hasta los senos perfumados.
Mientras el viento triste galopa matando mariposas
yo te amo, y mi alegría muerde tu boca de ciruela.
Cuanto te habrá dolido acostumbrarte a mí,
a mi alma sola y salvaje, a mi nombre que todos ahuyentan.
Hemos visto arder tantas veces el lucero besándonos los ojos
y sobre nuestras cabezas destorcerse los crepúsculos en abanicos girantes.
Mis palabras llovieron sobre ti acariciándote.
Amé desde hace tiempo tu cuerpo de nácar soleado.
Hasta te creo dueña del universo.
Te traeré de las montañas flores alegres, copihues,
avellanas oscuras, y cestas silvestres de besos.
Quiero hacer contigo
lo que la primavera hace con los cerezos.


Poema 15

Me gustas cuando callas porque estás como ausente,
y me oyes desde lejos, y mi voz no te toca.
Parece que los ojos se te hubieran volado
y parece que un beso te cerrara la boca.
Como todas las cosas están llenas de mi alma
emerges de las cosas, llena del alma mía.
Mariposa de sueño, te pareces a mi alma,
y te pareces a la palabra melancolía;
Me gustas cuando callas y estás como distante.
Y estás como quejándote, mariposa en arrullo.
Y me oyes desde lejos, y mi voz no te alcanza:
déjame que me calle con el silencio tuyo.
Déjame que te hable también con tu silencio
claro como una lámpara, simple como un anillo.
Eres como la noche, callada y constelada.
Tu silencio es de estrella, tan lejano y sencillo.
Me gustas cuando callas porque estás como ausente.
Distante y dolorosa como si hubieras muerto.
Una palabra entonces, una sonrisa bastan.
Y estoy alegre, alegre de que no sea cierto.


Poema 16

(Paráfrasis a R. Tagore)
En mi cielo al crepúsculo eres como una nube
y tu color y forma son como yo los quiero
Eres mía, eres mía, mujer de labios dulces
y viven en tu vida mis infinitos sueños.
La lámpara de mi alma te sonrosa los pies,
el agrio vino mío es más dulce en tus labios:
oh segadora de mi canción de atardecer,
Cómo te sienten mía mis sueños solitarios!
Eres mía, eres mía, voy gritando en la brisa
de la tarde, y el viento arrastra mi voz viuda.
Cazadora del fondo de mis ojos, tu robo
estanca como el agua tu mirada nocturna.
En la red de mi música estás presa, amor mío,
y mis redes de música son anchas como el cielo.
Mi alma nace a la orilla de tus ojos de luto.
En tus ojos de luto comienza el país del sueño.


Poema 17

Pensando, enredando sombras en la profunda soledad.
Tú también estás lejos, ah más lejos que nadie.
Pensando, soltando pájaros, desvaneciendo imágenes, enterrando lámparas.
Campanario de brumas, qué lejos, allá arriba!
Ahogando lamentos, moliendo esperanzas sombrías, molinero taciturno,
se te viene de bruces la noche, lejos de la ciudad.
Tu presencia es ajena, extraña a mí como una cosa.
Pienso, camino largamente, mi vida antes de ti.
Mi vida antes de nadie, mi áspera vida.
El grito frente al mar, entre las piedras,
corriendo libre, loco, en el vaho del mar.
La furia triste, el grito, la soledad del mar.
Desbocado, violento, estirado hacia el cielo.
Tú, mujer, qué eras allí, qué raya, qué varilla
de ese abanico inmenso? Estabas lejos como ahora.
Incendio en el bosque! Arde en cruces azules.
Arde, arde, llamea, chispea en árboles de luz.
Se derrumba, crepita. Incendio. Incendio.
Y mi alma baila herida de virutas de fuego.
Quién llama? Qué silencio poblado de ecos?
Hora de la nostalgia, hora de la alegría, hora de la soledad.
hora mía entre todas!
Bocina en que el viento pasa cantando.
Tanta pasión de llanto anudada a mi cuerpo.
Sacudida de todas las raíces,
asalto de todas las olas!
Rodaba, alegre, triste, interminable, mi alma.
Pensando, enterrando lámparas en la profunda soledad.
Quién eres tú, quién eres?


Poema 18

Aquí te amo.
En los oscuros pinos se desenreda el viento.
Fosforece la luna sobre las aguas errantes.
Andan días iguales persiguiéndose.
Se descine la niebla en danzantes figuras.
Una gaviota de plata se descuelga del ocaso.
A veces una vela. Altas, altas estrellas.
O la cruz negra de un barco.
Solo.
A veces amanezco, y hasta mi alma esta húmeda.
Suena, resuena el mar lejano.
Este es un puerto.
Aquí te amo.
Aquí te amo y en vano te oculta el horizonte.
Te estoy amando aún entre estas frías cosas.
A veces van mis besos en esos barcos graves,
que corren por el mar hacia donde no llegan.
Ya me veo olvidado como estas viejas anclas.
son más tristes los muelles cuando atraca la tarde.
Se fatiga mi vida inútilmente hambrienta.
Amo lo que no tengo. Estás tú tan distante.
Mi hastío forcejea con los lentos crepúsculos.
Pero la noche llega y comienza a cantarme.
La luna hace girar su rodaje de sueño.
Me miran con tus ojos las estrellas más grandes.
Y como yo te amo, los pinos en el viento,
quieren cantar tu nombre con sus hojas de alambre.


Poema 19

Niña morena y ágil, el sol que hace las frutas,
el que cuaja los trigos, el que tuerce las algas,
hizo tu cuerpo alegre, tus luminosos ojos
y tu boca que tiene la sonrisa del agua.
Un sol negro y ansioso se te arrolla en las hebras
de la negra melena, cuando estiras los brazos.
Tú juegas con el sol como con un estero
y él te deja en los ojos dos oscuros remansos.
Niña morena y ágil, nada hacia ti me acerca.
Todo de ti me aleja, como del mediodía.
Eres la delirante juventud de la abeja,
la embriaguez de la ola, la fuerza de la espiga.
Mi corazón sombrío te busca, sin embargo,
y amo tu cuerpo alegre, tu voz suelta y delgada.
Mariposa morena dulce y definitiva,
como el trigal y el sol, la amapola y el agua.


Poema 20

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Escribir, por ejemplo: "La noche esta estrellada,
y tiritan, azules, los astros, a lo lejos".
El viento de la noche gira en el cielo y canta.
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Yo la quise, y a veces ella también me quiso.
En las noches como ésta la tuve entre mis brazos.
La besé tantas veces bajo el cielo infinito.
Ella me quiso, a veces yo también la quería.
Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos.
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.
Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella.
Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.
Qué importa que mi amor no pudiera guardarla.
La noche está estrellada y ella no está conmigo.
Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.
Mi alma no se contenta con haberla perdido.
Como para acercarla mi mirada la busca.
Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.
La misma noche que hace blanquear los mismos árboles.
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.
Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise.
Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.
De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.
Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.
Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.
Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.
Porque en noches como esta la tuve entre mis brazos,
mi alma no se contenta con haberla perdido.
Aunque éste sea el último dolor que ella me causa,
y éstos sean los últimos versos que yo le escribo.


La Canción Desesperada

Emerge tu recuerdo de la noche en que estoy.
El río anuda al mar su lamento obstinado.
Abandonado como los muelles en el alba.
Es la hora de partir, oh abandonado!
Sobre mi corazón llueven frías corolas.
Oh sentina de escombros, feroz cueva de náufragos!
En ti se acumularon las guerras y los vuelos.
De ti alzaron las alas los pájaros del canto.
Todo te lo tragaste, como la lejanía.
Como el mar, como el tiempo. Todo en ti fue naufragio !
Era la alegre hora del asalto y el beso.
La hora del estupor que ardía como un faro.
Ansiedad de piloto, furia de buzo ciego,
turbia embriaguez de amor, todo en ti fue naufragio!
En la infancia de niebla mi alma alada y herida.
Descubridor perdido, todo en ti fue naufragio!
Te ceñiste al dolor, te agarraste al deseo.
Te tumbó la tristeza, todo en ti fue naufragio!
Hice retroceder la muralla de sombra.
anduve más allá del deseo y del acto.
Oh carne, carne mía, mujer que amé y perdí,
a ti en esta hora húmeda, evoco y hago canto.
Como un vaso albergaste la infinita ternura,
y el infinito olvido te trizó como a un vaso.
Era la negra, negra soledad de las islas,
y allí, mujer de amor, me acogieron tus brazos.
Era la sed y el hambre, y tú fuiste la fruta.
Era el duelo y las ruinas, y tú fuiste el milagro.
Ah mujer, no sé cómo pudiste contenerme
en la tierra de tu alma, y en la cruz de tus brazos!
Mi deseo de ti fue el más terrible y corto,
el más revuelto y ebrio, el más tirante y ávido.
Cementerio de besos, aún hay fuego en tus tumbas,
aún los racimos arden picoteados de pájaros.
Oh la boca mordida, oh los besados miembros,
oh los hambrientos dientes, oh los cuerpos trenzados.
Oh la cópula loca de esperanza y esfuerzo
en que nos anudamos y nos desesperamos.
Y la ternura, leve como el agua y la harina.
Y la palabra apenas comenzada en los labios.
Ese fue mi destino y en él viajó mi anhelo,
y en el cayó mi anhelo, todo en ti fue naufragio!
Oh sentina de escombros, en ti todo caía,
qué dolor no exprimiste, qué olas no te ahogaron.
De tumbo en tumbo aún llameaste y cantaste
de pie como un marino en la proa de un barco.
Aún floreciste en cantos, aún rompiste en corrientes.
Oh sentina de escombros, pozo abierto y amargo.
Pálido buzo ciego, desventurado hondero,
descubridor perdido, todo en ti fue naufragio!
Es la hora de partir, la dura y fría hora
que la noche sujeta a todo horario.
El cinturón ruidoso del mar ciñe la costa.
Surgen frías estrellas, emigran negros pájaros.
Abandonado como los muelles en el alba.
Sólo la sombra trémula se retuerce en mis manos.
Ah más allá de todo. Ah más allá de todo.
Es la hora de partir. Oh abandonado.


Pablo Neruda

El poder de los orgasmos femeninos


Acá te traigo un interesante artículo publicado hace unos días en el portal de Proceso. Espero te guste. Los comentarios son bienvenidos:
El orgasmo femenino y su fuerza subversiva
Francisca Martín-Cano Abreu


SABEMOS QUE LAS MUJERES TIENEN ORGASMOS y que éstos no tiene función alguna en la reproducción. Por ello mismo se ha originado un debate respecto de qué función/razón de ser/finalidad tiene entonces.
Frente a dicha discusión, los expertos no han logrado ponerse de acuerdo, a pesar de dedicarse décadas a intentarlo.
Y mientras unos investigadores creen que se le puede considerar como un carácter seleccionado a lo largo del proceso evolutivo, otros piensan que no se le puede considerar como producto de la selección natural, que el orgasmo femenino no es adaptativo, que no tiene función en términos de la evolución y sólo proporciona placer.
Guillén y Pons (2001) han recogido algunas explicaciones de diversos autores en torno de la función del orgasmo femenino (con las que no estamos de acuerdo).
Algunos lo ven como un mecanismo capaz de motivar a las mujeres, bien para mantener relaciones sexuales con diversos machos o con uno solo para estabilizar el vínculo entre ambos miembros de la pareja. Otros, para establecer emparejamientos selectivos con machos dispuestos a invertir en ellas gran cantidad de tiempo y recursos materiales. Algunos más para favorecer la retención del semen y con ello la fecundación…
Pero a ninguno se le ha ocurrido explicar que si la mujeres tienen capacidad para experimentar orgasmos, ello es independiente de que tengan relaciones heterosexuales, ya que difícilmente lo consiguen al acoger al pene en su vagina (anatómicamente sólo lo alcanzan con la estimulación directa o indirecta del clítoris).
Más bien, el orgasmo femenino depende de otras relaciones, pues las mujeres sólo llegan al clímax de forma fácil y rápida: bien en sus encuentros lésbicos o con la automasturbación, o al dar de mamar a sus bebés (la succión del pezón produce contracciones del útero y secreción de oxitocina en el cerebro, propias del orgasmo, y ocurriría también en hembras mamíferas).


Coito, fecundación y orgasmo
Y puesto que las mujeres no alcanzan el orgasmo al copular, es decir, no se produce durante la penetración del pene en la vagina, en sí mismo no puede ser nunca considerado como un estímulo para el coito heterosexual, dado que los varones frustran de continuo las esperanzas orgásmicas femeninas, bien debido a su impaciencia y urgencia para el coito y la eyaculación, o debido a la incapacidad femenina de obtenerlo vía vaginal.
Tampoco como un mecanismo moldeado a lo largo de la evolución para favorecer la retención del semen y con ello la fecundación, cosa además que se ha descubierto que, parece, es justo al revés: el orgasmo femenino puede ir en menoscabo de la concepción, pues las pulsaciones son descendentes a partir del útero y tienden por ello a expulsar el semen del canal vaginal en vez de facilitar su ascensión (Fisher, 1984: 28).
Es decir, se podría pensar que la auténtica función y sentido evolutivo del orgasmo femenino (y también en las primates hembras, ya que no sólo es una característica evolutiva de nuestra especie, sino de nuestras parientes, que obtienen el orgasmo sin penetración del pene en su vagina) es conseguir el mayor goce sexual… sin necesidad de pareja masculina.
Así que no se puede afirmar que el orgasmo femenino se haya moldeado en los encuentros heterosexuales, sino más bien en los homosexuales; además, en las prácticas automasturbatorias y durante la lactancia. Y su función sexual sería incrementar las relaciones con parejas femeninas, las automasturbatorias y la de dar de mamar a las crías.
Lo confirmaría el hecho de que nuestras ancestras, durante miles de años, no sabían que el coito podía ser causa de la fecundación, así que no incrementarían los encuentros heterosexuales.
Los deducimos por varias razones:
- Porque sabían por experiencia que con ellos no iban a obtener el orgasmo.
- Porque ignoraban que así iban a quedar fecundadas y, por tanto, no podían adelantar la futura gratificación adicional del orgasmo durante la lactancia.
- Por otras evidencias deducidas por los, llamados de forma inapropiada, “bastones de mando” y por las esculturas fálicas neolíticas, de la Edad del Bronce y de culturas primitivas, considerados “milagrosos” y que serían usados por mujeres en multitud de ocasiones para masturbarse en ceremonias orgiásticas sagradas.
Por un lado, preferirían usarlos antes que acudir a las relaciones heterosexuales, ya que con ellos iban a satisfacerse orgásmicamente y, por otro lado, porque con ellos esperaban que la diosa les concedería diversos bienes, tras inventar una mitología justificativa (inventada por sacerdotisas que estuvieron practicando hasta la Edad del Bronce algunos rituales religiosos sagrados consistentes en actos sexuales, con lo que propiciaron la altísima potenciación sexual de nuestras ancestras).
Capacidad orgásmica y éxito reproductivo
Si las mujeres que tenían capacidad orgásmica terminaron por tener mayor éxito reproductivo, de forma indirecta, sería porque la adaptación y la selección natural se produciría, primero, porque los orgasmos alcanzados con la automasturbación y en relaciones lésbicas las entrenaban en el placer sexual, y estos encuentros lo que incrementaba en principio era el éxito de futuros actos sexuales… con mujeres.
Después, impulsadas por el ansia de satisfacción orgásmica, también promoverían indirectamente los emparejamientos heterosexuales, en los que al serles frustradas sus necesidades orgásmicas, convertirían a las mujeres en insaciables buscadoras de nuevas cópulas con la esperanza de que les diesen la oportunidad de lograr orgasmos.
Y sería esa insaciabilidad insatisfecha con el amor físico heterosexual, la razón que incrementaría su práctica (los psicólogos saben que las conductas frustradas son las más difíciles de erradicar) y, por tanto, la “insaciabilidad” les daría la oportunidad de incrementar también las relaciones heterosexuales y con ello la posibilidad de quedar fecundadas y tener muchos hijos.
Ésta sería la manera en la que la capacidad orgásmica (homosexual) promovería indirectamente el éxito reproductivo de las relaciones heterosexuales y el aumento de las oportunidades de dar de mamar a bebés.
Y ello muestra que el valor adaptativo y la selección natural del orgasmo femenino serían tanto las importantes relaciones lésbicas de nuestras ancestras y las automasturbaciones, que les proporcionaban sedativos orgasmos de forma regular, así como la larga dedicación a la lactancia de las madres.
Antes de la revolución patriarcal
Si las mujeres, aun en las culturas patriarcales del siglo XXI, tienen orgasmos, es porque tal característica nació antes de la revolución patriarcal, cuando nuestras ancestras ejercían el poder durante el largo período matriarcal.
Entonces tenían altísimo apetito sexual, eran sujetos de  placer sexual, se creían con el derecho de disfrutar del mismo y sentían el deseo y la necesidad de tener sedativos orgasmos de forma regular. Por lo que cuando les recorría el deseo de descargar la excitación sexual orgásmica se juntaban sexualmente con una pareja femenina o se lo autoproporcionaban, para satisfacer su necesidad vital.
Los últimos 5 mil años
Dado que en los últimos cinco mil años, durante el período de poder patriarcal, a las mujeres se les reprimió el deseo sexual y se les imposibilitó la bisexualidad, no se favoreció el entrenamiento en tener orgasmos, tanto a solas como compartidos (ya que no los alcanzan en el coito heterosexual), además de que las madres están abandonando la lactancia natural.
Razones todas de que el orgasmo esté cada día menos presente en sus relaciones sexuales, causa de su descontento por la vida sexual hetero y que podría llevar a que se extinga la culminación del placer sexual femenino o al abandono de los encuentros heterosexuales frustrantes.
En las sociedades avanzadas del siglo XXI, las mujeres no se van a dejar manipular. Ya no será posible reprimir sus deseos sexuales para protegerlas de la frustración orgásmica, como cuando se les impuso la monogamia heterosexual para evitar su insaciabilidad, su promiscuidad y para que no agotasen a su pareja masculina; tampoco se les puede obligar o imponer la relación heterosexual.
Desde luego que en la sociedad actual se han generalizado y popularizado ideas avanzadas y son muchos lo que han dejado de reproducir esquemas trasnochados machistas para que las mujeres empiecen a estar contentas con su sexualidad.
Orgasmos del siglo XXI
Precisamente ya hay ejemplos de modernas recomendaciones para ello. Por ejemplo, el comentario que oímos en un medio de comunicación en 2007, con ocasión de dar a conocer los resultados de una encuesta respecto de la sexualidad de los españoles y las veces que hacían el amor: los varones expresaban que estaban contentos con su sexualidad, mientras las mujeres declaraban que querrían hacerlo más veces cada vez. A ello, un comentarista sugirió que entonces ¡tendrían que hacerlo entre ellas!
Por un lado, el comentarista, con su postmoderna recomendación de que las jóvenes que quieran hacer más el amor deben acudir a relaciones lésbicas, está “reconstruyendo” las obsoletas ideas sobre sexualidad femenina, imperante en nuestra patriarcal sociedad hasta hace poco.
Pero, por otro lado, olvidó recomendar a las mujeres que también podrían buscar a partenaires varones que estuviesen dispuestos a hacer más veces el amor cada vez sin necesidad de recurrir al coito, ya que pueden practicar el petting, con cunnilingus u otras técnicas que permiten procurar el orgasmo a las mujeres.
Así que en el siglo XXI aumentarán las mujeres que cuando no consigan el satisfactorio orgasmo en la relación heterosexual, dado que no tienen el deseo sexual inhibido propio de sus antecesoras, se volverán insaciables, promiscuas y bisexuales, y buscarán estar contentas con su sexualidad de una o mil maneras:
- Con la masturbación… a solas o junto su pareja.
- Si ella conoce las técnicas de cómo conseguirlo, reivindicará a su pareja, que aprenderá cómo proporcionarle el orgasmo
- O tomará la iniciativa sexual de buscar la satisfacción orgásmica en relaciones lésbicas, pues cualquier chica sabe, o está dispuesta a aprender, que hay que friccionar o chupar para proporcionársela.
- O la perseguirá a través de la promiscuidad heterosexual, esperando lograrla con compañeros que seguirán frustrándola y produciéndole insaciabilidad constante, y seguirá tan descontenta como siempre.
Y otras maneras que desarrollan y potencian la sexualidad femenina, lo que conlleva el incremento de su fuerza subversiva y emancipadora que le permitirá salir de la subordinación que le han impuesto durante el patriarcado.
Por ello deducimos que el orgasmo insatisfecho por partenaires varones, en mujeres independientes del siglo XXI, tendría el sentido evolutivo de proporcionarles por fin la ocasión de reconquistar el poder que los hombres se habían creído con derecho de practicar en exclusiva los últimos 2 mil años, tras imponer una muy severa educación represora de la sexualidad femenina y convertirla a las mujeres en decentes, monógamas, puras…

El clítoris y otros misterios (I)

Voy a hacer una afirmación que, a priori, puede resultar escabrosa: soy un gran entendido en coños.
Antes de que visualicéis a un obseso enfermizo al que evitar por las calles puntualizaré: debido a mi trabajo, mi estrecha relación con mis amigas, mi curiosidad y mi carácter obsesivo compulsivo conozco detalladamente la anatomía y funcionalidad de los genitales femeninos. Podría haberlo expresado así desde el principio, pero creo que he logrado atraer vuestra atención ¿verdad?
Un pelín rarito sí que lo soy, porque encuentro que el coño es una preciosidad anatómica y una prueba de la inexistencia de Dios ¿iba a crear nadie un órgano tan bonito para señalarlo como fuente de todo pecado? ergo Dios no existe (o existe pero es un cabrón, otro día podemos debatirlo). Pero dejemos el tema general del coño y centrémonos en el elemento que da nombre a esta entrada: el clítoris.
En los comienzos de mi carrera profesional, allá en el pleistoceno, colaboré con una revista dedicada a salud y calidad de vida. Ahí realicé mis primeros trabajos de anatomía con la ayuda de mi amiga P, que me facilitó toda la documentación posible (hablamos de los tiempos anteriores a internet, así que su apoyo fue muy valioso) y en más de una ocasión me asesoró a la hora de desarrollar alguna ilustración.
Si lees esto, P, quiero que sepas que cuando pienso amiga siempre te veo a ti: eres un tesoro. Gracias por tu ayuda y por mil cosas más.
Dada mi naturaleza inquisitiva procuré aprender todo lo posible sobre el cuerpo humano y eso me fue de gran ayuda cuando empecé a trabajar con Geo y Muy Interesante. Entonces, hace seis años, me propusieron hacer una serie de ilustraciones sobre el cuerpo humano, cada una dedicada a un apartado funcional: la vista, el oído, la circulación de la sangre, el conjunto oseo muscular, la respiración… y el sexo.
Como base documental contaba con los  atlas anatómicos  Sobotta y Netter. Ya los había manejado en otras ocasiones y supuse que no tendría problemas para localizar la información necesaria. La ilustración debía combinar la anatomía externa e interna de los genitales y me pareció interesante ofrecer una imagen detallada de la estructura del clítoris. No recordaba exactamente como eran las láminas correspondientes en los atlas, pero pensé que sería sencillo interpretarlas. Entonces vino la sorpresa: no existían.
Para entendernos: el Netter y el Sobotta muestran en detalle TODO el cuerpo humano, masculino y femenino. No una ilustración por órgano, sino muchas, con cortes en diferentes direcciones y vistas desde ángulos dispares para apreciar los elementos más nimios. TODO el cuerpo humano salvo el clítoris.
Me dije, al ser un órgano pequeño bastará con las imágenes generales de la vagina, así que fui a ellas y me llevé otra sorpresa: de pequeño, nada. Estaba la imagen clásica con los labios mayores entreabiertos mostrando en la parte superior el glande del clítoris, la cabeza del conejito sin orejas ¿recordáis? luego un primer corte con el vestíbulo vaginal y, sobre él, un corte circular del clítoris. El siguiente mostraba dos estructuras cilíndricas. Otros cortes mostraban que éstas se dirigían hacia los laterales de la vagina y se ensanchaban muchísmo. Con esas secciones y alguna documentación que me facilitó un servicio de ayuda a la mujer de la Comunidad de Madrid, dibujé la estructura que podéis ver en la cabecera de la entrada. Su posición en el cuerpo es abierta, se curva hacia abajo a partir del punto donde muestro el corte y los cuerpos cavernosos quedan situados a ambos lados del canal vaginal, pero opté por representarlo así para compararlo con un corte del pene.
No tendría porqué haberme extrañado: entiendo un poquito de embriología y sabía que el clítoris y el pene son órganos homólogos y se estructuran a partir de la misma parte del embrión cuando éste inicia su diferenciación sexual. Era lógico que se parecieran muchísimo, pero me sorprendió porque jamás había visto una sola imagen de la anatomía del clítoris.
Incluso hoy en día, si buscamos en Google, junto a imágenes anatómicamente correctas encontramos ilustraciones erróneas, en las que está representado como un cuerpo de apenas dos o tres centímetros de longitud. La causa de tanta inexactitud es, cómo no, el machismo. El clítoris no está relacionado con la reproducción o el aparato digestivo: su única actividad conocida es dar placer a su poseedora, y dado que hasta hace medio siglo nadie (nadie masculino) consideraba importante el placer de la mujer,  el clítoris no interesaba. Incluso algunas escuelas médicas consideraban el orgasmo femenino como una patología y aconsejaban la extirpación (cliteridectomía) como remedio contra la histeria y la consunción femenina. Bravo y hurra.
Ya en 1559 el hombre que hizo la primera descripción del clítoris, el médico paduano Renaldo Columbus, se vio enfrentado a un juicio inquisitorial, siendo acusado con estos dos argumentos:
1.: Aristóteles no describía semejante órgano, luego no existía
2. Si existía, Aristóteles lo había descrito, luego él no había descubierto nada
(¿He mencionado ya que Aristóteles me cae muy, pero que muy mal?)
Renaldo, que logró salir airoso del juicio, quiso llamar a su descubrimiento Dulzura de Venus, ya que era el lugar del placer de la mujer. Por desgracia no lo logró y el anodino término clítoris entró en la literatura médica, sin menciones a su estructura o utilidad. Y así hasta nuestros días, cuando el orgasmo femenino ha dejado de ser un tabú, pero la anatomía del órgano que lo produce sigue siendo desconocida por la mayoría de la gente, incluyendo muchas mujeres.
Alguien dirá ¿y qué? sabemos que da placer así que ¿para qué más? Craso error, porque conociendo su estructura es posible mejorar su uso. Por ejemplo, al hacer un cunnilingus muchos hombres se limitan a acariciarlo con la lengua de forma homogénea, o chuperretearlo como un chupachup, pero dada la estructura del glande la caricia es más eficaz si de cuando en cuando nos concentramos en la parte inferior, el frenillo, ya que al igual que en el pene la sensibilidad es ahí mucho mayor. Además las terminaciones nerviosas se concentran no sólo en la cabeza del glande, sino también en el tronco, la parte que va de la bifurcación a la punta, y es posible estimularlo desde abajo, acariciando la pared superior de la vagina, a unos cuatro-cinco centímetros tras la apertura de los labios, donde se nota un ligero abultamiento cuando aumenta la excitación y el clítoris entra en erección (el célebre punto G, que no es tal punto). Otra forma de actuar sobre ese tramo es situando los labios sobre el glande, formando un pequeño vacío y ejerciendo una suave succión rítmica, es decir, practicándole una felación con la presión justa como para que el glande y el capuchón del clítoris describan un pequeño vaivén en nuestros labios. He dicho suave: señores, no es la rueda del ratón ni un M&M, hay que tratarlo con cariño, no como si quisiéramos batir un record olímpico.
¿No dicen que en la variedad está la riqueza? Pues no hay dos clítoris iguales. Van desde diminutas cabecitas apenas perceptibles tras el capuchón hasta los asombrosos clítoris de algunas mujeres brasileñas, que en erección sobresalen hasta cinco o seis centímetros para pasmo de los ignorantes ¿que tendrá Brasil, que contiene tanto prodigio?
Un inciso: hace unos meses algunas diputadas de la oposición se burlaron agriamente de una iniciativa  del Ministerio de Igualdad, destinada a elaborar un mapa del clítoris. Con ello demostraron su ignorancia, su mala fe o ambas cosas a la vez. No se trata de un plano para enseñar a las niñas a hacerse pajas, sino de un estudio sobre la inervación del glande del clítoris (que no está correctamente identificada) para ver la viabilidad de practicar una cirugía de reconstrucción a las mujeres que han sufrido una ablación. Se puede discutir la conveniencia de realizar ese estudio con prioridad a otros (personalmente lo veo conveniente ahora y debería haberse hecho mucho antes) , pero en ningún caso se trata de una frivolidad. Y que conste que la ministra Aido no es santa de mi devoción.
Bueno, a estas alturas mi fama de depravado psicótico estará ya firmemente establecida, luego no merece la pena seguir insistiendo en el tema. En alguna próxima entrada trataré otro interesante misterio, el de la eyaculación femenina, pero dejaré pasar un tiempo a ver si entretanto recupero alguno de los lectores/as que habré espantado con esta entrada, quizás con algún texto con salves a María.
O puede que no me merezca la pena recuperar a quien se espanta con demasiada felicidad. Total, mi imagen ya no puede empeorar mucho más …

El clítoris y otros misterios (II): la eyaculación femenina




Como ya he apuntado mi relación con mis amigas es bastante estrecha. Por causas de todo tipo he sido asesor sentimental-hombro para lágrimas-fisioterapeuta-confesor; tiene su lógica, nunca me he enrollado con ellas y eso me ha dado un estatus neutro, sin tensiones.
Sin tensiones por su parte: yo sí las he notado, muchas, sobre todo en mis partes pudendas. Si nunca follé con ninguna no fue por falta de ganas sino de posibilidades. Cuando andaba solito (ergo durante toda mi patética adolescencia y buena parte de los años posteriores) no tuve demasiadas oportunidades, y todas fueron ajenas a mi círculo de amigas. Cierta vez A me confesó que sobre los 19 tenía unas ganas locas de enrollarse conmigo, pero acababa de cortar con otro amigo de nuestro grupo y no quería encasillarse. Estuve en un tris de matarla, ya fue malo que no me lo dijera entonces, pero decírmelo después, cuando yo ya tenía pareja fue un detalle de verdadera sádica: no hay polvo que echemos más de menos que el que nunca echamos.
A lo que vamos: superadas las tensiones a base de duchas frías y manualidades mis amigas contaban conmigo para muchas cosas, incluyendo consultas sexuales de todo tipo. Y fue así como tomé contacto con el misterioso mundo de la eyaculación femenina.
Una noche de copas, mientras el resto de la banda estaba en la pista de baile, P y yo manteníamos una charla más o menos intrascendente que fue derivando hacia temas intimos. En un momento dado ella me preguntó ¿Y cómo sabes tú si una chica se está corriendo?. Normalmente no respondo a cuestiones tan personales, pero ella es de las pocas personas que pueden hacérmelas, así que le expliqué que yo lo notaba en el cambio de la tensión muscular y en las contracciones de la pared vaginal. La respuesta la dejó un tanto…¿decepcionada? así que supuse que no era una pregunta meramente informativa. Unas semanas antes había visto por primera vez una película X con escenas de eyaculación, y le comenté que al parecer algunas mujeres tenían la peculiaridad de emitir un fluido durante el orgasmo. Antes de que acabara la frase me agarró del brazo y me dijo que eso era lo que le pasaba a ella  y no tenía ni idea de porqué.
Centremos la situación: P no era una adolescente medio boba, sino una mujer muy inteligente que cursaba estudios superiores. Ella había buscado información por su cuenta y no había encontrado nada de nada y no lo había consultado con su ginecóloga porque le daba un yuyu tremendo. Por lo que me describió se trataba de un volumen considerable de líquido transparente (hasta 150 cc en ocasiones) que no era orina (lo había comprobado), y salía expelido con bastante fuerza. Le había sucedido por primera vez con 16 años y se quedó pasmada y bastante asustada (y su novio muy asombrado). A esas alturas ya no le daba importancia pero quería saber qué era eso y pensó que a lo mejor yo sabía algo más sobre el tema.
Bueno, no tenía datos al respecto, pero por P puedo mover cielo y tierra, así que le prometí investigar. Durante los dos meses siguientes me dediqué a encuestar a todas mis conocidas con docenas de respuestas negativas y bastantes caras extrañadas (por suerte ninguna dejó de hablarme). Busqué información a través de mis contactos profesionales (ya llevaba unos años haciendo ilustraciones de tema médico) con igual resultado. Entonces mi chica me buscó unos cuantos teléfonos de los servicios de asistencia femeninos de la CAM (la misma gente que años después me ayudaría en el tema del clítoris) donde tampoco sabían nada, pero me dieron a su vez el teléfono de un servicio de salud sexual donde finalmente me derivaron a un médico especialista en sexología que por fin pudo informarme al respecto.
Era la época pregoogle: o sabías moverte o no encontrabas lo que buscabas.
Quedé con P y tuvimos una amena charla, me gané un par de besos y unos achuchones (más tensiones, que en el fondo se agradecen) y a lo tonto adquirí unos conocimientos sin demasiada utilidad práctica pero muy interesantes. El caso es que si bien hoy en día es más fácil conseguir información, ya sea a través de enciclopedias virtuales, webs de contenido médico o descargas piratas de porno (el squirting es muy apreciado por los conneusseurs) resulta difícil separar la información real de la mitología y las exageraciones, así que vamos a repasar el tema con un poco de detalle.
Ante todo aclaremos esto: la eyaculación femenina no tiene ninguna utilidad aparente, pero tampoco es una disfunción. Lo digo porque he leido afirmaciones para todos los gustos, desde que es un síntoma de distensión en el suelo pélvico hasta que los orgasmos de las eyaculadoras son incomparablemente más intensos que los del resto de las mujeres. Ambos supuestos me parecen erróneos pero para entenderlo vamos a ver cómo se produce este fenómeno.


A los lados de la abertura vaginal hay dos pares de glandulas. Las inferiores son las de Bartholin, que entre otras cosas ayudan a la lubricación, y encima están las de Skene, que al parecer son homólogas de la próstata masculina y carecen de una función conocida. Es muy común que un órgano que cumple una función definida en uno de los sexos aparezca en forma residual en el otro, por pura economía genética, como las glándulas mamarias inoperativas de los machos de mamífero, así que es posible que estemos ante un caso similar. De hecho cerca de un 20% de las mujeres no llega a desarrollar estas glandulas y en la mayoría son de pequeño tamaño. Tanto la próstata como las glándulas de Skene segregan un fluido alcalino y azucarado que entre otras cosas contiene PSA, un anticoagulante seminal. La eyaculación femenina se produce cuando las contracciones musculares del orgasmo comprimen las glándulas y estas expulsan su contenido por la uretra. Parecen ser capaces de recargarse a gran velocidad, y hay casos, como el de la actriz porno Cytherea, célebre eyaculadora multiorgásmica, capaz de lanzar seis o siete emisiones de gran volumen en menos de un cuarto de hora (la pobre debe acabar medio deshidratada).


Como podemos ver, no hay conexión física entre la eyaculación y el debilitamiento del suelo pélvico (el equívoco se debe a que sí la hay entre el suelo pélvico y las pérdidas de orina) y la expulsión del líquido se produce a consecuencia del orgasmo, luego no influye en su intensidad. Otra leyenda al respecto, muy difundida en los años 80, relacionaba la eyaculación con el orgasmo vaginal a través de la célebre zona o punto de Gräfenberg, pero también podemos desechar esa idea: el líquido sale por pura presión física, independientemente del tipo de orgasmo (otro día pondremos los puntos sobre las ies en el asunto del orgasmo vaginal). Es más, no hace falta un orgasmo, basta con que se produzcan contracciones musculares en ese área, por un calambre o durante un parto, por ejemplo, sólo que en esos casos probablemente la mujer pensará que ha perdido momentaneamente el control de la vejiga. Es cierto que un suave masaje alrededor de la uretra con los dedos o la lengua resulta placentera y excitante, pero creo que se debe al efecto de acariciar una zona en contacto con el tronco del clítoris, no a la presencia de las glándulas.
Un último mito afirma que la eyaculación es más habitual entre las mujeres brasileñas (otra vez el maravilloso Brasil) pero resulta un dato dudoso porque no existe una estadística real al respecto, ni allí ni en ninguna parte del mundo. De hecho éste es uno de los aspectos menos investigados de la sexualidad femenina porque no afecta a la reproducción ni al placer sexual, y al margen de los aficionados al cine X sólo los anatomistas han mostrado interés por él. Si le añadimos que las mujeres que eyaculan pueden confundirlo con una pérdida de orina (no todo el mundo se molesta en analizar líquidos corporales) tenemos un perfecto escenario de desinformación. Ese es el motivo de que use términos como parece y aparentemente: hay pocos estudios que vayan más allá de la anecdota y las muestras estadísticas son reducidas.
En sí el fenómeno no causa más problemas que la sorpresa y el azoramiento de las primeras veces pero eso no es baladí, ya que una muchacha acomplejada (y las adolescentes se caracterizan por serlo) puede sufrir una impresión enorme al experimentar una eyaculación voluminosa e inesperada y sentir a partir de ahí un fuerte rechazo por su cuerpo, incluso una anorgasmia. No estaría de más que los cursos de educación sexual incluyeran alguna referencia al tema, de forma que nadie sea cogida por sorpresa y al menos sepa que no sufre ningún trastorno.
Las prodigiosas eyaculaciones de las profesionales del squirting son raras pero la mayoría de las mujeres eyacula en alguna ocasión. En general se emite muy poco volumen de líquido, por lo que suele pasar desapercibido, pero es posible darse cuenta, si no ellas al menos sí sus parejas. Yo he podido notarlo en un par de ocasiones, mientras practicaba un cunnilingus. Al iniciarse el orgasmo de ella noté una breve sensación cálida y fluida en la lengua y un repentino cambio en la acidez de la zona. Nada espectacular, pero fácil de identificar, porque carecía del tono amoniacado de la orina.
Si lo pensamos fríamente, es una pena que la eyaculación abundante no sea la norma. Supondría una cierta incomodidad para las relaciones (hay que tomar alguna precaución para no empapar las sábanas) pero sería ventajoso para ambos sexos: para nosotros, porque no nos quedaría la más mínima duda sobre cuándo tiene un orgasmo tu chica (nada de temblores o contracciones: la Fontana de Trevi en todo su esplendor) y para vosotras sería un mecanismo compensatorio por tantos accidentes. Por fin podríais devolverle a más de uno la gracieta del tú sigue chupando, que ya te aviso, y dejarle que descubra lo que se siente cuando alguien se corre en tu boca.
 Y oye, si le gusta, pues miel sobre hojuelas ¿no?.

El clítoris y otros misterios (III): mitos y falacias

Siguiendo con los enigmas que nos deparan los genitales femeninos, quiero tocar, aunque sea de pasada, algunos equívocos muy usuales, empezando por uno de los mitos más perniciosos sobre el tema.
EL ORGASMO VAGINAL.
Freud estableció a principos del siglo XX un patrón evolutivo de la sexualidad femenina. De acuerdo a su hipótesis en las fases juveniles de la mujer el orgasmo era clitoridiano, siendo inmaduro e incompleto, asociado a la masturbación y motivado por el enquistamiento de la envidia peneana que sentían las niñas desde su infancia. A medida que la mujer alcanzaba la madurez ésta debía transferir su orgasmo al interior de la vagina de modo que el placer se alcanzara a través del coíto: así la paciente asumiría plenamente su condición de mujer.
Ni las ideas de Freud ni las de sus sucesores tienen la más mínima validez científica: el orgasmo se localiza en torno al clítoris porque es ahí donde se concentra el mayor volumen de terminaciones nerviosas, no porque la mujer tenga algún tipo de oscuro resentimiento hacia su propio género. Es una simple cuestión física, algo que el buen doctor debería haber sabido si en vez de perder su tiempo elucubrando estupideces hubiera prestado algo más de atención en las clases de anatomía. Por desgracia esta patochada ha gozado durante décadas de un asombroso prestigio, gracias a la sofisticada palabrería de su fundador y como consecuencia varias generaciones de mujeres han visto su sexualidad frustrada por la obsesión de sus terapeutas en exigirlas un imposible anatómico.
Dejemos esto claro: el orgasmo vaginal NO EXISTE. Es posible la estimulación desde el interior de la vagina, pero lo que hacemos es actuar sobre el clítoris de forma indirecta. Si nos ponemos puristas tampoco existe el orgasmo clitoridiano. El clítoris no es una palanquita mágica que provoque descargas de placer al pulsarlo, sólo una zona extremadamente sensible. El orgasmo se genera por una combinación de excitación, tensión y estímulo y en general se desencadena mediante el clítoris, pero donde se produce realmente es en el cerebro. Es posible tener un orgasmo a través de caricias no genitales, por estímulos visuales, a través de un cierto nivel de dolor e incluso sin el más mínimo contacto físico, como demuestran los éxtasis de Santa Teresa.


El planteamiento freudiano tiene una fuerte implicación machista: de creer a Freud lo único que necesita una mujer para realizarse es que le metan un buen cipote y lo meneen un par de minutos adentro y afuera, y si ella no logra gozar de esa forma psicoanalíticamente bendecida no será porque su semental sea torpe, sino porque ella es una frustrada infantiloide y frígida. Y eso nos lleva al segundo mito en torno al coño.
EL PUNTO G
El punto o zona G es el santo grial de la sexualidad: un área en la pared vaginal frontal cuyo estímulo desencadena orgasmos intensos y múltiples. Según Gräfenberg, su descubridor, se trataría de una porción de tejido esponjoso situado más o menos entre las glándulas de Skene y que al ser acariciado se abultaría haciéndose más evidente. Por desgracia no hay pruebas reales de su existencia: ni la observación ginecológica ni las biopsias o los análisis no invasivos (rayos X, resonancias…) han revelado la presencia del área G, que entre otras cosas debería estar claramente señalada por la abundancia de terminaciones nerviosas.
El tema se ha vuelto una cuestión de fe para muchos sexólogos, convencidos de que esa zona no puede localizarse mediante análisis convencionales porque sólo se manifestaría durante la cópula. Sin embargo las resonancias y termografías tomadas sobre parejas follando y corriéndose*, que han ofrecido un montón de información nueva sobre el coito, tampoco han revelado nada. Las pruebas de su existencia son de tipo testimonial, es decir, personas que relatan su propia experiencia y no pasan de tener un valor anecdótico.
La terminología empleada por los defensores del punto G recuerda sospechosamente a los planteamientos freudianos sobre el orgasmo vaginal, así que es posible que estemos ante un prejuicio mal asimilado: el puntito de marras tiene que existir porque a priori sus defensores quieren que exista. De nuevo el sueño masculino: un botoncito del placer situado de forma que basta un enérgico metisaca para dejar a la pareja más que satisfecha. Y si no funciona, culpa de ella por no saber encontrarse el dichoso punto.
Dada la zona en la que supuestamente se localiza la zona de Grafenberg hay una buena probabilidad de que lo que observó el doctor fuera el abultamiento producido por la excitación del clítoris que, no lo olvidemos, es un órgano eréctil. En consecuencia el orgasmo grafenbergiano no sería sino un orgasmo producido por  estimulación inferior del tronco clitoridiano. Las descripciones que indican el modo correcto de activar el punto G coinciden bastante con ese tipo de estímulo. No podemos afirmar con certeza que sea el mismo caso, pero esta explicación no requiere misteriosos órganos invisibles, luego de acuerdo a la navaja de Occam es más verosimil.
Para terminar, hay quien relaciona el punto G con la eyaculación femenina. Volvemos al mismo argumento: la eyaculación puede explicarse sin necesidad del punto G, luego dicha relación, como mínimo, es nebulosa.
OLOR Y FEALDAD
Aquí salimos del mito y entramos directamente en la falacia. Según la leyenda (por desgracia no siempre masculina) el coño es feo y por añadidura su olor es desagradable.
Yo, personalmente, encuentro que el coño es una preciosidad. Me podéis decir que no soy parcial, y que para gustos se hicieron los colores, pero desde un punto de vista objetivo la estética de los genitales femeninos es evidente.
El coño medio** es ERGONÓMICO: está perfectamente integrado en el perfil del cuerpo femenino, sin salientes absurdos, mientras que la picha y los testículos cuelgan de cualquier forma y resultan un estorbo en demasiadas ocasiones. Además, es simétrico, lo que siempre resulta elegante (en flacidez o en erección, la polla  va torcida a un lado) y presenta una ordenación de fuera a dentro con una estructura de tipo floral muy similar a la de las orquídeas.  Como remate, al margen del color de piel de la mujer, al separar los labios menores siempre aparece un atractivo color rosado claro, relajante a la vista y muy apetecible.
Algunas mujeres encuentran desagradable su coño la primera vez que lo ven con detalle. Creo que eso se debe a que dada la posición de la vagina las mujeres no contemplan de forma cotidiana sus genitales, como sí hacemos los hombres. Las primeras veces que lo examinan de cerca les resulta extraño, y si, como suele ser habitual, usan un espejo (no hay demasiadas contorsionistas como las del Circo Chino) lo ven en una imagen externa, no en su propio cuerpo. Por eso puede parecerles un elemento ajeno y si de partida se trata de personas con dificultad para asumir su sexualidad (timidez, complejos…) pueden sentir rechazo. En general no hay más consecuencias que la extrañeza inicial, pero una persona con dificultades para asumir la propia sexualidad (timidez, complejos…) puede sentir un cierto shock e incluso repulsión. Una adecuada educación sexual, entre otras cosas, debe incluir el conocimiento de la propia anatomía, así que esas situaciones, con suerte, serán cada vez más escasas.
En cuanto al mal olor, es una insinuación que me parece indignante e incluso ofensiva. Por supuesto que una mujer con escaso amor por la higiene emanará un olor genital desagradable, pero también lo hará un hombre, y si alguien lo duda le animo a que se ponga cerca de la cara una polla bien sudada, a ver si encuentra algo positivo en la experiencia. Así pues vamos a olvidar los chistes facilones, porque si hablamos de higiene me temo que el género masculino, en general, tiene mucho más de lo que avergonzarse. También hay gente que tiene problemas debido a determinados alimentos que añaden su olor al de la persona, pero estamos hablando de una patología digestiva y no afecta específicamente a los genitales sino a toda la epidermis.
¿A qué huele un coño, entonces? No voy a presumir de una cultura enciclopédica porque los que he conocido en profundidad se cuentan con los dedos de una mano, pero todos tenían el tono aromático de la piel de su poseedora, más concentrado, y una fragancia añadida almizclada, intensa y penetrante, más evidente al aumentar la excitación, no sé si si porque entonces la mujer la emite en mayor volumen o porque al excitarnos somos más sensibles a los olores (probablemente sea una combinación de ambos factores). Por lo que a mí respecta es agradable y estimulante así que, a mis ojos, los que mencionan el mito del olor a pescado no merecen que se les preste oídos y sí una buena patada en los cojones, a ver si se les despejan las fosas nasales.
Para terminar, un consejo: después de un polvo con un buen cunilingus (o un buen cunilingus sin polvo, que también tiene su gracia) hay que procurar lavarse muy bien la cara. Como he dicho es un aroma intenso y penetrante, y aunque no lo notemos puede permanecer en nuestra piel durante mucho tiempo, con el curioso resultado de que al día siguiente no paren de venirnos a la cabeza ideas libidinosas, lo que en según qué situaciones puede ser raro e incluso incómodo.
Y lo digo por experiencia.