lunes, 15 de noviembre de 2010

El poder de los orgasmos femeninos


Acá te traigo un interesante artículo publicado hace unos días en el portal de Proceso. Espero te guste. Los comentarios son bienvenidos:
El orgasmo femenino y su fuerza subversiva
Francisca Martín-Cano Abreu


SABEMOS QUE LAS MUJERES TIENEN ORGASMOS y que éstos no tiene función alguna en la reproducción. Por ello mismo se ha originado un debate respecto de qué función/razón de ser/finalidad tiene entonces.
Frente a dicha discusión, los expertos no han logrado ponerse de acuerdo, a pesar de dedicarse décadas a intentarlo.
Y mientras unos investigadores creen que se le puede considerar como un carácter seleccionado a lo largo del proceso evolutivo, otros piensan que no se le puede considerar como producto de la selección natural, que el orgasmo femenino no es adaptativo, que no tiene función en términos de la evolución y sólo proporciona placer.
Guillén y Pons (2001) han recogido algunas explicaciones de diversos autores en torno de la función del orgasmo femenino (con las que no estamos de acuerdo).
Algunos lo ven como un mecanismo capaz de motivar a las mujeres, bien para mantener relaciones sexuales con diversos machos o con uno solo para estabilizar el vínculo entre ambos miembros de la pareja. Otros, para establecer emparejamientos selectivos con machos dispuestos a invertir en ellas gran cantidad de tiempo y recursos materiales. Algunos más para favorecer la retención del semen y con ello la fecundación…
Pero a ninguno se le ha ocurrido explicar que si la mujeres tienen capacidad para experimentar orgasmos, ello es independiente de que tengan relaciones heterosexuales, ya que difícilmente lo consiguen al acoger al pene en su vagina (anatómicamente sólo lo alcanzan con la estimulación directa o indirecta del clítoris).
Más bien, el orgasmo femenino depende de otras relaciones, pues las mujeres sólo llegan al clímax de forma fácil y rápida: bien en sus encuentros lésbicos o con la automasturbación, o al dar de mamar a sus bebés (la succión del pezón produce contracciones del útero y secreción de oxitocina en el cerebro, propias del orgasmo, y ocurriría también en hembras mamíferas).


Coito, fecundación y orgasmo
Y puesto que las mujeres no alcanzan el orgasmo al copular, es decir, no se produce durante la penetración del pene en la vagina, en sí mismo no puede ser nunca considerado como un estímulo para el coito heterosexual, dado que los varones frustran de continuo las esperanzas orgásmicas femeninas, bien debido a su impaciencia y urgencia para el coito y la eyaculación, o debido a la incapacidad femenina de obtenerlo vía vaginal.
Tampoco como un mecanismo moldeado a lo largo de la evolución para favorecer la retención del semen y con ello la fecundación, cosa además que se ha descubierto que, parece, es justo al revés: el orgasmo femenino puede ir en menoscabo de la concepción, pues las pulsaciones son descendentes a partir del útero y tienden por ello a expulsar el semen del canal vaginal en vez de facilitar su ascensión (Fisher, 1984: 28).
Es decir, se podría pensar que la auténtica función y sentido evolutivo del orgasmo femenino (y también en las primates hembras, ya que no sólo es una característica evolutiva de nuestra especie, sino de nuestras parientes, que obtienen el orgasmo sin penetración del pene en su vagina) es conseguir el mayor goce sexual… sin necesidad de pareja masculina.
Así que no se puede afirmar que el orgasmo femenino se haya moldeado en los encuentros heterosexuales, sino más bien en los homosexuales; además, en las prácticas automasturbatorias y durante la lactancia. Y su función sexual sería incrementar las relaciones con parejas femeninas, las automasturbatorias y la de dar de mamar a las crías.
Lo confirmaría el hecho de que nuestras ancestras, durante miles de años, no sabían que el coito podía ser causa de la fecundación, así que no incrementarían los encuentros heterosexuales.
Los deducimos por varias razones:
- Porque sabían por experiencia que con ellos no iban a obtener el orgasmo.
- Porque ignoraban que así iban a quedar fecundadas y, por tanto, no podían adelantar la futura gratificación adicional del orgasmo durante la lactancia.
- Por otras evidencias deducidas por los, llamados de forma inapropiada, “bastones de mando” y por las esculturas fálicas neolíticas, de la Edad del Bronce y de culturas primitivas, considerados “milagrosos” y que serían usados por mujeres en multitud de ocasiones para masturbarse en ceremonias orgiásticas sagradas.
Por un lado, preferirían usarlos antes que acudir a las relaciones heterosexuales, ya que con ellos iban a satisfacerse orgásmicamente y, por otro lado, porque con ellos esperaban que la diosa les concedería diversos bienes, tras inventar una mitología justificativa (inventada por sacerdotisas que estuvieron practicando hasta la Edad del Bronce algunos rituales religiosos sagrados consistentes en actos sexuales, con lo que propiciaron la altísima potenciación sexual de nuestras ancestras).
Capacidad orgásmica y éxito reproductivo
Si las mujeres que tenían capacidad orgásmica terminaron por tener mayor éxito reproductivo, de forma indirecta, sería porque la adaptación y la selección natural se produciría, primero, porque los orgasmos alcanzados con la automasturbación y en relaciones lésbicas las entrenaban en el placer sexual, y estos encuentros lo que incrementaba en principio era el éxito de futuros actos sexuales… con mujeres.
Después, impulsadas por el ansia de satisfacción orgásmica, también promoverían indirectamente los emparejamientos heterosexuales, en los que al serles frustradas sus necesidades orgásmicas, convertirían a las mujeres en insaciables buscadoras de nuevas cópulas con la esperanza de que les diesen la oportunidad de lograr orgasmos.
Y sería esa insaciabilidad insatisfecha con el amor físico heterosexual, la razón que incrementaría su práctica (los psicólogos saben que las conductas frustradas son las más difíciles de erradicar) y, por tanto, la “insaciabilidad” les daría la oportunidad de incrementar también las relaciones heterosexuales y con ello la posibilidad de quedar fecundadas y tener muchos hijos.
Ésta sería la manera en la que la capacidad orgásmica (homosexual) promovería indirectamente el éxito reproductivo de las relaciones heterosexuales y el aumento de las oportunidades de dar de mamar a bebés.
Y ello muestra que el valor adaptativo y la selección natural del orgasmo femenino serían tanto las importantes relaciones lésbicas de nuestras ancestras y las automasturbaciones, que les proporcionaban sedativos orgasmos de forma regular, así como la larga dedicación a la lactancia de las madres.
Antes de la revolución patriarcal
Si las mujeres, aun en las culturas patriarcales del siglo XXI, tienen orgasmos, es porque tal característica nació antes de la revolución patriarcal, cuando nuestras ancestras ejercían el poder durante el largo período matriarcal.
Entonces tenían altísimo apetito sexual, eran sujetos de  placer sexual, se creían con el derecho de disfrutar del mismo y sentían el deseo y la necesidad de tener sedativos orgasmos de forma regular. Por lo que cuando les recorría el deseo de descargar la excitación sexual orgásmica se juntaban sexualmente con una pareja femenina o se lo autoproporcionaban, para satisfacer su necesidad vital.
Los últimos 5 mil años
Dado que en los últimos cinco mil años, durante el período de poder patriarcal, a las mujeres se les reprimió el deseo sexual y se les imposibilitó la bisexualidad, no se favoreció el entrenamiento en tener orgasmos, tanto a solas como compartidos (ya que no los alcanzan en el coito heterosexual), además de que las madres están abandonando la lactancia natural.
Razones todas de que el orgasmo esté cada día menos presente en sus relaciones sexuales, causa de su descontento por la vida sexual hetero y que podría llevar a que se extinga la culminación del placer sexual femenino o al abandono de los encuentros heterosexuales frustrantes.
En las sociedades avanzadas del siglo XXI, las mujeres no se van a dejar manipular. Ya no será posible reprimir sus deseos sexuales para protegerlas de la frustración orgásmica, como cuando se les impuso la monogamia heterosexual para evitar su insaciabilidad, su promiscuidad y para que no agotasen a su pareja masculina; tampoco se les puede obligar o imponer la relación heterosexual.
Desde luego que en la sociedad actual se han generalizado y popularizado ideas avanzadas y son muchos lo que han dejado de reproducir esquemas trasnochados machistas para que las mujeres empiecen a estar contentas con su sexualidad.
Orgasmos del siglo XXI
Precisamente ya hay ejemplos de modernas recomendaciones para ello. Por ejemplo, el comentario que oímos en un medio de comunicación en 2007, con ocasión de dar a conocer los resultados de una encuesta respecto de la sexualidad de los españoles y las veces que hacían el amor: los varones expresaban que estaban contentos con su sexualidad, mientras las mujeres declaraban que querrían hacerlo más veces cada vez. A ello, un comentarista sugirió que entonces ¡tendrían que hacerlo entre ellas!
Por un lado, el comentarista, con su postmoderna recomendación de que las jóvenes que quieran hacer más el amor deben acudir a relaciones lésbicas, está “reconstruyendo” las obsoletas ideas sobre sexualidad femenina, imperante en nuestra patriarcal sociedad hasta hace poco.
Pero, por otro lado, olvidó recomendar a las mujeres que también podrían buscar a partenaires varones que estuviesen dispuestos a hacer más veces el amor cada vez sin necesidad de recurrir al coito, ya que pueden practicar el petting, con cunnilingus u otras técnicas que permiten procurar el orgasmo a las mujeres.
Así que en el siglo XXI aumentarán las mujeres que cuando no consigan el satisfactorio orgasmo en la relación heterosexual, dado que no tienen el deseo sexual inhibido propio de sus antecesoras, se volverán insaciables, promiscuas y bisexuales, y buscarán estar contentas con su sexualidad de una o mil maneras:
- Con la masturbación… a solas o junto su pareja.
- Si ella conoce las técnicas de cómo conseguirlo, reivindicará a su pareja, que aprenderá cómo proporcionarle el orgasmo
- O tomará la iniciativa sexual de buscar la satisfacción orgásmica en relaciones lésbicas, pues cualquier chica sabe, o está dispuesta a aprender, que hay que friccionar o chupar para proporcionársela.
- O la perseguirá a través de la promiscuidad heterosexual, esperando lograrla con compañeros que seguirán frustrándola y produciéndole insaciabilidad constante, y seguirá tan descontenta como siempre.
Y otras maneras que desarrollan y potencian la sexualidad femenina, lo que conlleva el incremento de su fuerza subversiva y emancipadora que le permitirá salir de la subordinación que le han impuesto durante el patriarcado.
Por ello deducimos que el orgasmo insatisfecho por partenaires varones, en mujeres independientes del siglo XXI, tendría el sentido evolutivo de proporcionarles por fin la ocasión de reconquistar el poder que los hombres se habían creído con derecho de practicar en exclusiva los últimos 2 mil años, tras imponer una muy severa educación represora de la sexualidad femenina y convertirla a las mujeres en decentes, monógamas, puras…

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